Cofrades de Honor

Distincion del cofrade Ausente

Se acuerda en Junta de Gobierno celebrada, a tal fin, el día 11 de Noviembre de 2008, distinguir a aquellos cofrades que gozando ya de la paz del Señor, destacaron por su compromiso para con la Hermandad.

El acto se llevará a cabo con motivo del 25 aniversario de la bendición de María Santísima de la Paz, acontecida el 8 de abril de 1984. Y para ello se institucionaliza que una campanita cuelgue en los varales del palio de la Paz por cada uno de estos hermanos.

De esta forma en la tarde noche del día 29 de marzo del 2009, Domingo de Pasión, se llevo a cabo en una ceremonia íntima y de gran recogimiento la bendición de las campanitas por el Rvdo. Sr. D. Iván Martín Tejada Hidalgo.

Que suenen alegres, estas campanas, en memoria y recuerdo de:


- Francisco de Paula Fernández Pineda.
- Rafael Guerrero Hoyos.
- Antonio Luis Granados Ocaña.
- Enrique Cuenca López.
- Juan de Dios Morales Montes.


Una vez finalizado el acto dichas campanitas fueron entregadas a D. Agustín Arroyo Fernández, Mayordomo de María Santísima de la Paz, bajo el encargo de colocarlas en las barras del palio de Nuestra Señora de la Paz.



Acto de Distincion del cofrade Ausente

En esta noche de domingo de Pasión, dos sentimientos encontrados se reúnen a las plantas de Nuestra Señora de la Paz, después de haber recibido a sus fieles y devotos durante toda esta tarde.

Por un lado el recuerdo, triste, de aquellos que compartieron tareas en la hermandad, desde distintos puestos de responsabilidad, que supieron ser seguidores de Cristo y de su Santísima Madre para darles gloria en la tierra y en los cielos. Recuerdo que en el terreno personal se hace añoranza, sensación de pérdida, de quedarse atrás, siendo hermanos, en el camino de la vida.

Para ellos, esta noche, nuestro recuerdo emocionado, así como para otros tantos que fueron santeros, manijeros y hermanos, todos devotos de Nuestros Titulares.

Por otro lado, la alegría de saber que ya gozan de la Paz del Señor, del Amor que Cristo irradia cuando está a nuestro lado. La alegría de vivir la eterna primavera del espíritu, agarrados al varal o al cirio de una cofradía que no tiene hora ni de entrada ni de salida.

Por esa alegría que a todos los presentes nos une, antes que la tristeza, esta junta de gobierno que presido quiere hacer un brindis a los cielos, un brindis de sonido metálico en las campanitas del palio.

Hemos querido celebrar, que en acto íntimo, y coincidiendo con el 25 aniversario de la bendición de María Santísima de la Paz, acontecida el 8 de abril de 1984 en este mismo templo, una campanita cuelgue en los varales del palio de la Paz por cada uno de los hermanos que desde la fundación de la cofradía en 1969 fallecieron.

Ese palio, que con suave cadencia acaricia la tarde del Martes Santo, desde ahora sonará en reconocimiento y memoria de sus cofrades, los que lo hicieron posible, los que soñaron con alabar a la Madre de Dios entre plata y orfebrería, entre brocados y bordados de oro fino, entre lirios y flores de cera, entre una paloma de paz y un techo de aceitunas doradas, entre las campanitas del palio y el crujir de sus varales.

Que suenen este año, alegres, estas campanas, en memoria y recuerdo de:


- Francisco de Paula Fernández Pineda.
- Rafael Guerrero Hoyos.
- Antonio Luis Granados Ocaña.
- Enrique Cuenca López.
- Juan de Dios Morales Montes.


Fue Paula Fernández hermano en el Amor, miembro de aquellas primeras juntas de gobierno que presidió Juan Parejo Pineda, de los primeros hermanos que vivieron el proyecto de sacar al Cristo de la OJE. Sus propios compañeros lo recuerdan como hombre bueno, todo corazón y sentimiento, humilde y cabal. Tu campana, con versos de Mar Amargo, diga:


Yo te he visto pasar ante mis ojos
nublados por lágrimas amargas
y aprendí a leer en tu mirada
la lección de tu entrega apasionada.

Rafael Guerrero, estuvo y está siempre presente, fue cofrade y amigo de dos generaciones en el Amor, y como su amor era auténtico, dejó en su familia un testigo indeleble. Hombre sencillo y afable, participó en los años difíciles de la cofradía. Rafalito se nos fue, casi de puntillas, sin hacer ruido. Su campana también canta al Amor:


¡Cuánto dolor y angustia en tu mirada!
¡Cuánta pena insondable en tu pasión!...
Cómo nos habla tu faz ensangrentada,
dulcísimo Jesús, ¡Oh, Cristo del Amor!


Antonio Luis Granados, joven, como la flor del almendro se marchó pronto. Fue líder de aquellos jóvenes que acercó a la hermandad, bueno por encima de todo, cofrade desde que nació y santero. Amigo siempre, carpintero del Señor, le dejó una cruz sobre los varales del trono, antes de irse, sin decir adiós, a la junta de santeros del Cristo del Amor, ésa que se hacen los santeros de su gloria en el cielo. Desde un balcón, su campana canta:


Te vi, Amor, por el amor cargado
con la cruz, dulcemente preparada,
mostrando tu dolor, latente en nieve,
bajo la nívea túnica inmaculada.


Enrique Cuenca, mayordomo de la Virgen, mejor que nadie la conocía. Ni Martínez Cerrillo, con su gubia, puso tanto ángel en su cara. Él la vistió, le hizo mantos y tocados, flores de cera para sus candeleros, y sobre todo la quiso. Quiso a la Virgen como se quiere a una niña que se ha visto crecer. Enrique hablaba con la Virgen, de cerca, el tiempo no existía para él a su lado. En los cielos, estará Enrique Cuenca, muy cerca de la Virgen, con su sonrisa de hombre bueno, organizando la escolta de dalmáticas entre un halo de incienso. Su campana de metal diga:


Tras la estela de luz blanca, opalina,
sigues tú, Madre de la Paz, Señora,
bebiendo tu dolor hora tras hora,
por tus labios de roja clavellina.


Juan de Dios Morales, fue el alma de esta cofradía, hermano mayor por siempre. Se fue a media tarde, en servicio, como siempre, de la amistad. Él soñó la ilusión de sus campanitas, del Amor primero y de la Paz después. Juan de Dios nos enseño a sentir la cofradía, a que ser cofrade era un compromiso, una forma de ser, de pensar, de creer y de vivir la fe. Su mano está en todo lo material e inmaterial de la cofradía del Amor. Con su vida, con su bondad, su seriedad, su respeto y su tesón cofrade dio testimonio que el primero sería el último, que a veces hay que sufrir por amor. Su campana, en su recuerdo, trae un mensaje de esperanza:


“Aquel llanto de tus lágrimas benditas
en gozo se transforma y alegría,
sonriendo al pasar ¡Santa María!
al son de tus de campanitas”


Cinco campanitas que sonaran in memoriam de los nuestros, Madre Santísima de la Paz, para tu mayor gloria de Dios, en la tarde arrebolada de Martes Santo, para consolar tu llanto en la procesión, Madre Santísima, que concebiste en tu entraña virginal al Amor de los Amores. A ti Señor, la gloria y la alabanza y por los siglos.